La fase de iteración es una parte esencial del ciclo de diseño centrado en el usuario. No se trata solo de ajustar detalles estéticos, sino de responder de forma estructurada a los hallazgos que emergen tras las pruebas de usabilidad. En este artículo se abordan tres aspectos clave para guiar ese proceso: registro y análisis de problemas, priorización de mejoras, y coordinación con los equipos involucrados.
1. Registro de problemas y análisis por severidad
Después de una prueba de usabilidad o cualquier evaluación con usuarios, el primer paso es sistematizar los hallazgos. Para ello, es útil contar con una tabla de observaciones que incluya:
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Descripción del problema observado
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Frecuencia: cuántos usuarios lo experimentaron
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Impacto: qué tan grave fue para completar la tarea
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Contexto: en qué momento o pantalla ocurrió
Después de una prueba de usabilidad o evaluación con usuarios, el primer paso es sistematizar los hallazgos. Para eso, es útil registrar cada incidente observado e identificar su severidad. Una clasificación sencilla y ampliamente usada es la escala de Nielsen:
Severidad | Nivel | Descripción |
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0 | No es un problema | El hallazgo no representa ninguna dificultad para el usuario. |
1 | Cosmético | Problema visual o de estilo que no interfiere con la tarea. |
2 | Menor | Interfiere levemente, pero no impide completar la tarea. |
3 | Mayor | Dificulta significativamente la tarea; puede generar frustración. |
4 | Crítico | Impide al usuario continuar; bloquea el flujo o causa errores graves. |
2. Priorización de cambios
Con los problemas clasificados, se procede a priorizar qué cambios implementar. Un marco útil para esto es la matriz de impacto vs. esfuerzo, donde cada posible mejora se evalúa según:
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Impacto esperado: ¿mejora significativamente la experiencia del usuario?
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Esfuerzo de implementación: ¿qué tan complejo es para diseño y desarrollo?
Se pueden identificar así cuatro tipos de cambios:
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Alta prioridad (alto impacto, bajo esfuerzo): deben implementarse primero.
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Mejoras estratégicas (alto impacto, alto esfuerzo): planificarse para próximos ciclos.
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Soluciones rápidas (bajo impacto, bajo esfuerzo): pueden sumarse si hay capacidad.
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Evitar o revisar (bajo impacto, alto esfuerzo): no se recomiendan en el corto plazo.
Además, algunas decisiones deben validarse con analítica (si está disponible), para cuantificar cuántos usuarios se ven afectados por un problema específico.
3. Comunicación con UI y desarrollo
Una vez priorizados los ajustes, es clave una comunicación clara entre los equipos de diseño, UI y desarrollo. Algunas buenas prácticas:
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Documentar cambios con contexto: no solo decir "cambiar botón", sino explicar el problema original y cómo el nuevo diseño lo aborda.
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Agrupar tareas por sprint o entrega: evita trabajar sobre elementos aún no desarrollados o con cambios inestables.
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Validar factibilidad técnica desde el inicio: involucra al equipo de desarrollo antes de rediseñar flujos complejos.
Idealmente, las soluciones se discuten en sesiones conjuntas donde diseño y desarrollo pueden ajustar en tiempo real y llegar a consensos factibles.
4. Versionado de diseño
Finalmente, para que el seguimiento sea claro, es importante mantener un control de versiones del diseño:
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Nombrar versiones de forma consistente: por ejemplo,
V1.1_home-feedback
oV2.0_sprint5
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Documentar qué se cambió en cada versión: breves notas en el archivo o repositorio.
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Archivar versiones anteriores, no sobrescribir: esto permite volver atrás si es necesario justificar decisiones o restaurar elementos descartados.
Si se usa Figma u otra herramienta colaborativa, conviene aprovechar funciones como "historial de versiones", comentarios anclados y etiquetas de revisión.
Conclusión
Mejorar un diseño tras los tests no significa rehacerlo todo, sino intervenir con criterio. Documentar hallazgos, priorizar con base en impacto y esfuerzo, coordinar con el equipo y mantener un control de versiones son pasos que permiten avanzar de forma estructurada, sin perder trazabilidad ni generar sobrecarga innecesaria. La iteración no es una fase separada, sino una parte constante del diseño responsable.